El Monasterio Bachkovo y la Fortaleza Asenova

Ventseslav, la persona que me estaba alojando en su casa de Plovdiv (aún en construcción) a través de couchsurfing, me acompaño temprano hasta la estación de autobuses. Se encuentra detrás de la de trenes, y ambas se comunican a través de un paso subterráneo. En realidad, ésta es una de las estaciones de autobuses de la ciudad, porque los que van hacia el norte de Bulgaria parten desde otra distinta.

El autobús hacia el Monasterio de Bachkovo partía a las 8:00 desde el andén número 2. Hay uno por hora, y el coste es de 4 lev. En realidad no era un autobús, sino una minivan.

Antes de salir, me dio tiempo a comer como desayuno otra banitsa, una especie de pastel de queso fresco al que me había hecho adicto. Lleva como un par de capas de pasta muy muy fina, y queso desmenuzado en su interior. Es algo pringoso, pero está muy bueno. Y es el dulce más típico de Bulgaria. 

Llegamos al Monasterio de Bachkovo (Бачковски манастир en alfabeto cirílico) en algo más de media hora, y fui el único en bajarme allí. Un breve paseo de subida separa la carretera del aparcamiento y la entrada del monasterio. A ambos lados de la misma hay multitud de pequeñas tiendas de recuerdos, comida y objetos de madera y cerámica. Aún estaban cerradas a esa hora temprana.

El Monasterio Bachkovo "Asunción de la Virgen María", fundado en el año 1083, es el segundo monasterio ortodoxo más importante de Bulgaria tras el Monasterio de Rila. Se encuentra a 1,5 kilómetros al sur del pueblo Bachkovo, en las montañas Ródope, y a 10 kilómetros al sur de la ciudad Asenovgrad.

Se accede al mismo a través de la puerta principal fortificada, que abre a las ocho de la mañana, y que da paso al patio principal. La entrada es gratuita. En el medio del mismo se levanta la iglesia Asunción de la Virgen María (Sveta Bogoroditsa), de tres naves, y construida en el año 1604. De ella destaca el iconostasio dorado, del siglo XVII, pero a mí, lo que me dejó de nuevo estupefacto, como en el Monasterio de Rila, fueron las pinturas que llenaban las paredes y el techo. Impresionantes. También es muy popular el icono de la Virgen María, con un marco de plata del año 1311, por considerarse milagroso.

Se estaba celebrando una misa cuando entré a la nave principal, así que me quedé escuchando un rato en silencio, más bien observando todas las pinturas murales. Cuando uno de los monjes que estaba también al fondo me miró, le hice un gesto como preguntándole si podía hacer una fotografía. Me respondió que no, pero cuando se fue, terminé haciendo varias, siempre desde la parte trasera. 

Sinceramente, es difícil saber cuánto tiempo quedarse allí, al igual que me pasó en el Monasterio de Rila. Es decir, hay muchas imágenes por ver, muchos detalles. Me quedé un buen rato, y volví a entrar de nuevo más tarde con la sensación de que quizás no había absorbido todo lo que debía y no volvería nunca más allí. Pero es casi imposible hacerlo, necesitarías muchísimo tiempo, así que es complicado no salir con esa sensación.

El segundo patio está separado del primero por un edificio donde se encuentra el comedor con la famosa gran mesa de piedra. Aquel día, la puerta de entrada al mismo también estaba cerrada con un gran candado, y delante, tres hombres que no eran monjes charlaban. Quizás la hora de apertura fuese más tarde, o quizás estuviese cerrada temporalmente por las obras que se estaban realizando en el mismo patio del monasterio. Lo que era seguro, es que cobraban por entrar en la misma.

Allí se ubica la iglesia Sveti Nikola, mucho más pequeña y construida en el año 1834. También en ella destacan los frescos murales, aunque estaba cerrada y no pude entrar dentro, al igual que el museo del monasterio, que custodia los objetos más antiguos del mismo.

Cuando terminé de visitar el monasterio, caminé tranquilamente hacia el pueblo Bachkovo, en un breve paseo al lado del río Chepelare. Parecía no haber mucho que ver en el mismo. Es un pueblo en alto. Callejeé entre sus vacías y estrechas calles durante un rato.

Finalmente volví a bajar a la carretera para intentar hacer autostop hacia la Fortaleza Assen, al sur de la ciudad Asenovgrad, que tomó su nombre precisamente de la fortaleza. Antes se llamaba Stanimaka. Y lo conseguí. Una simpática familia que regresaba de esquiar me llevó. El marido hablaba algo de español porque trabajó un año como ingeniero en República Dominicana. Me dejaron justo en el desvío de la carretera que sube hasta la fortaleza, y que tiene una distancia de casi tres kilómetros, aunque en el letrero ponga sólo dos. Se puede subir hasta arriba en coche, pues dispone de aparcamiento.

La Fortaleza Asenova o Asen (Асеновата крепост en alfabeto cirílico) abre a las diez de la mañana, y su entrada cuesta 3 lev. Se levanta sobre un pico rocoso sobre el río Chepelare, con acantilados casi verticales, quedando inaccesible por tres de sus lados. Ya se ve a lo lejos desde varios puntos de la carretera de subida. 

Debido a esa ubicación estratégica, fue utilizada como fortaleza natural en el pasado por tracios, romanos, bizantinos, otomanos y búlgaros, al igual que la Fortaleza de Belogradchik. Fue el zar Ivan Asen II quien en el año 1231 la reconstruyó y amplió. Por eso más tarde se la denominó la Fortaleza del Zar Asen. El Museo Histórico de Asenovgrad guarda hallazgos arqueológicos se todos esos periodos.   

Los muros de la fortificación tienen casi tres metros de espesor y otros tantos de altura, aunque originalmente llegaban a medir entre nueve y doce metros. El castillo feudal poseía una torre fortificada, varias habitaciones y depósitos de agua. Pero el único edificio que se conserva en buen estado es la iglesia Santa María de Petrich, de dos plantas. Es otro ejemplo de arquitectura cristiana medieval, como la iglesia Boyana de Sofía. La segunda planta, la iglesia en sí, contiene pinturas murales del siglo XIII, aunque ni se acercan a las que vi en la otra iglesia.

Finalmente bajé hasta Asenovgrad nuevamente andando. Estaba hambriento, así que paré en un lugar de pizzas y kebags a comer algo. Afortunadamente la camarera hablaba algo de inglés, y al preguntarle, me escribió algunos de los horarios de los autobuses de vuelta hacia Plovdiv: 13:50, 14:20, 14:50, 15:20. Por supuesto hay más, tanto antes como después.

Como no quería esperar tanto tiempo, caminé hasta la estación para coger el tren de las 13:00 por 1,30 lev. Hay un tren desde Asenovgrad hasta Plovdiv cada hora.

En la estación de trenes de Plovdiv me volvió a recoger Ventseslav para seguir conociendo la ciudad.

En resumen, el Monasterio Bachkovo y la Fortaleza Asenova son dos visitas obligadas en un viaje por Bulgaria. Se encuentran muy cerca de Plovdiv, y el transporte hacia ambos lugares es frecuente, por lo que se pueden ver en una sola mañana y compaginarse con la visita de la ciudad.